Saber mirar es saber amar
El autobús está arrancando. La madre, que viene de lejos, al final del día duerme mirando a su hija. La pequeña quiere jugar y provoca la atención de un transeúnte. Le interpela para que se detenga con una llamada en el cristal. El hombre apenas tiene un segundo mientras el autobús coge velocidad. Entonces dibuja con sus manos el corazón de la misericordia. Ambos sonríen, se han mirado en la noche. Aunque el destino sea incierto, en un momento fugaz se han visto sorprendidos por un encuentro. Los obstáculos de diferencia de edad, de raza o de idioma han sido derribados. Han aprovechado el instante. Y en éste se hace un pequeño milagro que cambia el mundo.
Peio Sanchez. Barcelona
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